En un movimiento tan sutil como simbólico, Google ha actualizado por primera vez en diez años el diseño de su icónica “G”. El nuevo logotipo abandona la segmentación de colores planos para abrazar un degradado fluido que refleja una era en la que la inteligencia artificial se convierte en el motor visual y funcional del ecosistema digital.
El cambio ya puede verse en la app de Google para iOS y dispositivos Pixel. Aunque muchos usuarios podrían no notarlo a simple vista —especialmente en su versión favicon—, el nuevo degradado unifica visualmente los tonos clásicos (azul, rojo, amarillo y verde) en una transición suave, moderna y con una nueva calidez visual.
Este rediseño acompaña el despliegue de Gemini, el modelo de IA generativa de Google, así como la experiencia AI Mode en búsquedas, confirmando que no se trata de una decisión estética aislada, sino de una transformación integral en la comunicación visual de la marca.
La elección del degradado no es nueva, pero sí sintomática. Instagram ya lo adoptó con fuerza, YouTube lo está aplicando en sus nuevas pruebas de rediseño, y otras marcas como OpenAI han actualizado sus identidades visuales buscando transmitir una imagen más orgánica, emocional y humana.
En esta nueva etapa del branding tecnológico, el degradado permite algo que los colores planos no logran: evocar fluidez, adaptabilidad y, en muchos casos, emoción. Algo fundamental para las marcas que, como Google, están liderando la conversación sobre inteligencia artificial en el mundo.
En 2015, Google había marcado tendencia al adoptar la tipografía Product Sans y un diseño flat más legible en entornos digitales. Ese estilo —plano, minimalista, eficiente— se convirtió en estándar para decenas de marcas en plena era del "mobile first". Pero hoy, en plena revolución IA, el mensaje que se quiere transmitir es otro.
Ahora lo importante ya no es solo la claridad o la neutralidad, sino la empatía, la interacción y la capacidad de la tecnología para mezclarse con lo humano. Y eso, en términos visuales, requiere una paleta más matizada, más viva.
Aunque por el momento el rediseño afecta únicamente a la “G” en algunas interfaces, no sería extraño que productos como Google Chrome, Maps o incluso el logotipo general de Google adopten una estética similar. Ya lo vimos en su momento con el rediseño de los íconos de Gmail, Drive y Meet.
Este tipo de rediseños no solo responden a una necesidad de "actualización visual", sino a la estrategia de consolidar un ecosistema visual coherente en todos los productos. Tal como señalan desde Google, la evolución del diseño también tiene que ver con mejorar la experiencia de usuario a través de la emoción, la familiaridad y la eficiencia.
Desde DT Comunicación, entendemos que el rediseño de Google no es solo una cuestión estética, sino un reflejo de un cambio profundo en cómo las marcas digitales quieren conectar con sus usuarios. El degradado se consolida como el nuevo símbolo del branding tecnológico: flexible, emocional, y alineado con la promesa de una inteligencia artificial más cercana.